Según Wikipedia: Una ‘Smart City’ es una ciudad comprometida con su entorno, con elementos arquitectónicos de vanguardia, y donde las infraestructuras están dotadas de las soluciones tecnológicas más avanzadas para facilitar la interacción del ciudadano con los elementos urbanos, haciendo su vida más fácil.
Las ventajas de una ciudad inteligente son muchas ya que mediante la tecnología aplicada se puede conseguir que la ciudad sea más amable y que permita una interacción real con el ciudadano. Pero uno de los principales peligros es que esta tecnología sea únicamente asequible para una parte de la población, de modo que estaríamos generando graves desigualdades. De este mismo modo si la tecnología que aplicamos no resulta accesible, volveremos a hacer lo que ahora tenemos, ciudades que discriminan a ciertos sectores de la población. Esta parte tiene dos lecturas accesibilidad de uso de la tecnología y accesibilidad económica de la misma.
Actualmente no existe ninguna ciudad que podamos considerar inteligente al 100%, ya que la propia esencia de una ciudad lo impide, salvo que sea una ciudad de nueva creación con una planificación meditada desde el principio. La más cercano que actualmente podemos ver es el proyecto de Songdo, que es un centro internacional de negocios previsto para ser desarrollado en 607 hectáreas, se pretende que cuando se complete en 2015, la infraestructura de la ciudad será un banco de pruebas para nuevas tecnologías, y en la propia ciudad se ejemplificara una forma digital de vida. «Va a ser una de las primeras ciudades del mundo en la que todos los sistemas de información – residenciales, médicos y comerciales – estarán vinculados
A pesar de ello, aunque hubiésemos trabajado sobre esta idea de «smart city» desde la planificación inicial de una ciudad, La ciudad es un ente vivo en sí mismo, y está compuesta de multitud de realidades complejas, que evolucionan de un modo libre, por ello la tecnología de la smart city debe estar también en continuo desarrollo, y se capaz de adaptarse a las diferentes realidades de la complejidad social y funcional de una ciudad.
Si la tecnología aplicada a la ciudad es accesible puede mejorar la calidad de vida de las personas de un modo muy notable, pero también es cierto que esto debe ir de la mano de otra serie de mejoras y de trabajos. No solo se pueden arreglar las ciudades con soluciones tecnológicos, la base del diseño arquitectónico y urbanístico debe estar también considerado en la «smart city» finalmente para trabajar con la ciudad debemos trabajar en equipo y ver las diferentes realidades, tanto sociales, como físicas, como materiales que tenemos en el entramado complejo que supone, y abordarla desde el punto un vista multidisciplinar que nos permita ser capaces de ver el mayor número de realidades posibles, de este modo estaremos generando ciudades accesibles, desde todos los puntos de vista. Una de las partes buenas de las ciudades inteligentes es que nos facilitan la vida cotidiana, en este sentido si tenemos menos costes en cuestiones superfluas, una optimización mayor de nuestro tiempo, de la energía y mejora la accesibilidad global del entorno está claro que hay una gran esperanza con estas cuestiones. Pero es muy importante destacar en este punto que si la tecnología aplicada no es accesible, y si no se puede hacer llegar a todas las personas se producirá una brecha digital muy significativa, entre personas mayores, persona con discapacidad y personas sin recursos. Si una ciudad es inteligente no puede dejar excluidos a un número de población tan significativo
En este sentido, otro eje fundamental dentro de la generación Smart City es la participación del usuario ya que enriquece el proceso de modo esencial, no creo que se deba plantear ningún proceso de diseño en el que no se encuentre implicado el usuarios de un modo u otro, de este modo todo la aplicación tecnológica en las ciudades, debe tener una base real de participación ciudadana.
A la iniciativa pública le corresponde empezar el trabajo de cambio de concepción de la ciudad, y el abordar las primeras medidas de ciudad inteligente en sus edificios y entornos principales. Además también debería hacer campañas para que la gente entienda lo que es una ciudad inteligente y sepa adaptarse. Si una voluntad pública quiere hacer su ciudad inteligente, pero la ciudadanía no lo entiende así difícilmente se conseguirá este objetivo, no hay que olvidar que las personas son la parte fundamental de una ciudad, son las que la dotan de vida.
Miércoles, 06 Marzo 2013
Mariela Fernández-Bermejo